Peces

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jueves, 3 de marzo de 2011

BIENESTAR ANIMAL EN ACUICULTURA. PARTE 1.

El bienestar animal no es en ningún caso un concepto sencillo. Existe una definición según FAWC, que basa sus directrices en el marco de las ''Cinco Libertades', y que define los estados ideales en lugar de los niveles específicos de bienestar aceptable (FAWC, 1996). La libertad para expresar el hambre y la sed, el malestar, el dolor, las lesiones, la enfermedad, el miedo y la angustia, así como la libertad para expresar su comportamiento normal, nos proporciona un marco lógico con el que evaluar las cuestiones de bienestar.
La salud física es la medida más universalmente aceptada de bienestar y es, sin duda, un requisito necesario para el bienestar. Es importante recordar que la mala salud puede ser tanto una causa como una consecuencia de un pobre bienestar. Los conceptos de bienestar animal se han aplicado tradicionalmente a aquellos individuos que se considera que tienen la capacidad de experimentar dolor, miedo y sufrimiento y, como tal, se han asociado a las especies con un mayor nivel cognitivo en comparación con los peces. Sin embargo, existe un debate científico en relación con la capacidad de los peces para experimentare el dolor y el miedo. Mientras que algunas revisiones científicas han argumentado que los peces carecen de regiones esenciales en el cerebro o su equivalente funcional, por lo que es insostenible que puedan experimentar dolor y el miedo (Rose, 2002), otros sugieren que hay evidencias anatómicas, fisiológicas y de comportamiento que hacen posible que la nociocepción en los peces sea posible y que tienen el potencial de experimentar el sufrimiento en forma de dolor y de miedo. Es poco probable que animales con una estructura cerebral diferente a la de los seres humanos, experimenten emociones parecidas a las que los seres humanos sienten al experimentar el dolor y el miedo y es imposible saber exactamente lo que experimenta un pez. Sin embargo, si un animal experimenta sufrimiento o malestar, la naturaleza del dolor o el miedo que percibe no es menos importante. Si vamos a dar a los peces en beneficio de la duda, cabe remarcar que si bien la salud es esencial para el bienestar de los peces, una buena salud no significa necesariamente un buen bienestar (Broom, 1991a). Sin embargo, nuestra capacidad de medir científica y objetivamente el bienestar más allá de los niveles de enfermedades, lesiones y salud es una complicación.
No hay una sola medida del bienestar, y aunque una amplia gama de características fisiológicas, bioquímicas y de medidas conductuales se utilizan para evaluar el bienestar, ninguno de estos parámetros se considera fiable de forma aislada y múltiples medidas deben ser adoptadas (Broom, 1997). Respuestas fisiológicas de estrés tales como la liberación de cortisol, por ejemplo, son respuestas autónomas que indican la actividad o la excitación en lugar de ser específicas de un pobre bienestar. Estas medidas pueden, por tanto, ser afectadas por una serie de parámetros diferentes (Dawkins, 1998; FSBI, 2002).
Hay una extensa literatura sobre la biología del estrés en los peces y las respuestas fisiológicas y de comportamiento de los peces a una amplia variedad de factores de estrés físicos, químicos y biológicos, incluyendo los que se ven en la producción acuícola.
Sin embargo, la respuesta de estrés es una función adaptativa frente a una amenaza percibida a la homeostasis y, como se sugirió anteriormente, la fisiología del estrés no significa necesariamente un sufrimiento y una disminución del bienestar. A corto plazo, las respuestas al estrés tienen una función muy importante para preservar el individuo. Las medidas de bienestar en la acuicultura, por lo tanto, están en gran parte asociadas a efectos terciarios de la respuesta del estrés que son generalmente indicativos de estrés prolongado, repetido o inevitable (Barton, 2002; FSBI, 2002; Conte, 2004). Estos incluyen tanto los efectos desadaptativos directos e indirectos de estrés crónico, a largo plazo, tales como la reducción en el crecimiento (Barton et al, 1987;. Pickering et al, 1991;. Pankhurst y Van der Kraak de 1997), la supresión de la función reproductora (Contreras -Sánchez et al, 1998;. McCormick, 1998, 1999; Schreck et al, 2001), una función inmune disminuida (Einarsdottir et al, 2000) y la resistencia a enfermedades (Pickering, 1992;.. Bálsamo, 1997). Así, mientras que las respuestas al estrés no nos dicen todo lo que necesitamos saber sobre el bienestar de los peces, efectos nocivos concurrentes en varias de las áreas antes mencionadas puede proporcionar un fuerte indicio de un pobre bienestar (Broom, 1988; FSBI, 2002).

La respuesta primaria de estrés en los peces implica la liberación de catecolaminas y la activación del eje hipotálamo-hipófisis-interenal (IPH). El factor liberador de corticotropina en el hipotálamo actúa sobre la hipófisis para la síntesis y liberación de hormona corticotrópica, que a su vez estimula la síntesis y la movilización de las hormonas glucocorticoides (cortisol en peces teleósteos) de las células del tejido interrenal (Schreck, 1981; Wendelaar-Bonga, 1997). Ambas catecolaminas y cortisol inician la respuesta secundaria  y teciaria al estrés y muchos de los cambios adversos descritos anteriormente están asociados con los efectos a largo plazo de los altos niveles de cortisol (Schreck et al., 2001). La activación del eje IPH tiene como resultado la movilización de la fuente de energía, el agotamiento de las reservas de glucógeno, y un aumento en los niveles plasmáticos de glucosa, junto con la actividad muscular alta, la glucólisis anaeróbica y un aumento en el lactato del plasma. Por lo tanto, los niveles de glucosa y lactato en plasma se utiliza a menudo junto con el cortisol para evaluar los niveles de estrés (por ejemplo, Arends et al, 1999;. Acerete et al, 2004.). Las medidas de la expresión de genes relacionados con el estrés podría proporcionar biomarcadores útiles y sensibles para diagnosticar el estrés y mejorar el bienestar en el futuro (Gornati et al, 2004;.. Ribas et al, 2004). El estrés crónico ejerce un fuerte efecto en la hematología (Montero et al, 2001.), el metabolismo (Mommsen et al, 1999;.. DiBattista et al, 2005a), la función neuroendocrina (DiBattista et al, 2005), y el equilibrio hidromineral y la osmorregulación (Wendelaar-Bonga, 1997). Estos factores tienen importancia en el bienestar después de un evento estresante.

Fragmento de Fish welfare: Current issues in aquaculture. Paul J. Ashley

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